lunes, 13 de septiembre de 2010

La Socio-Perversión de Nuestro Dirigentes

En alguna parte he escuchado decir que “un dirigente es el reflejo de un pueblo”…
Desde tiempos añejos los dirigentes políticos han sido eco de patologías. Nombremos aquí, para el caso, el reciente aniversario de los 30 años de golpe militar de 1976 en Argentina, el cual nos dará una buena referencia para pensar.
Claro que no hace falta remontarnos a esos tiempos de inhumana crueldad, para encontrar una cantidad infinita de ejemplos similares.
La historia, y nuestra historia, está repleta de hechos que parecen repetirse una y otra vez. Pareciera que nuestra capacidad de aprendizaje se encuentra obstruida. No logramos realizar el paso necesario para el cambio.
Uno de los obstáculos que encontramos es la multiplicidad de formas, bajo las cuales estas conductas políticas se encuentran.
Sería interesante, entonces, poder contar con un modelo que nos permita realizar un análisis de fondo sobre estos temas.

Quisiera llamar “socio-perversión”, si se me permite crear una nueva categoría patológica, a aquel conjunto de conductas que parecen repetirse año tras año y década tras década, en nuestros dirigentes.
Si tuviera que definir la socio-perversión, en pocas palabras, diría que se trata de una patología, donde la persona que la padece crea una realidad diferente a la de los demás, con el fin de sacar algún tipo de provecho de ello. Esta realidad trataría de ser impuesta a los demás, mediante diferentes mecanismos violentos (físico o psíquicos).
Estos mecanismos pueden manifestarse bajo la forma específica de la violencia física o mediante artilugios seductores, prometedores de progreso, felicidad y bienestar.
Lo que el socio-perverso persigue en realidad, son intereses propios, lo cual le otorga un placer sádico, de dominio.
El acto perverso quedará reflejado en el hecho de tomar al pueblo como un mero objeto de satisfacción de deseos propios.

Si lo pensamos, todos hemos sido objeto de un socio-perverso; y podemos llegar a serlo nuevamente, ¿qué lo impide?

Reconocernos en nuestra historia y tomar una posición activa en nuestro presente, es lo único que puede salvarnos. Sólo de esta manera, algún día, diremos con orgullo: “nuestro dirigente es el reflejo de nuestro pueblo”.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

FENICHEL, Otto. “Teoría Psicoanalítica de las neurosis”.
PAZ, José Rafael. “Psicopatología: sus fundamentos dinámicos”.
LA VOZ DEL INTERIOR. Diario. Números diversos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario